El arzobispo Jaime Spengler está lejos de su Porto Alegre natal, la capital de Rio Grande do Sul, para celebrar la noticia que lo tomó por sorpresa este domingo 6 de octubre en Roma, donde participa en la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se extiende hasta el 27 de octubre: «Me sorprendió hoy el nombramiento del Santo Padre para una nueva misión o la continuidad de la misión en la Iglesia». El arzobispo se refería al anuncio del Papa Francisco, al final del rezo del Ángelus, de la creación de 21 nuevos cardenales en un Consistorio previsto para el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción.
El sentimiento es de gratitud al Pontífice, prosigue el prelado en un vídeo divulgado con motivo de la noticia. Spengler, natural de Gaspar, en el estado de Santa Catarina, de 64 años, que también es presidente de la CNBB (Conferencia Nacional de los Obispos Brasileños) y del Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe), dice que desde Roma agradece especialmente a los de Brasil y América Latina su «cercanía y fraternidad»:
«En este momento, quisiera de manera muy especial dirigirme al clero y al pueblo de la Arquidiócesis de Porto Alegre, y de manera muy especial a aquellos que han sido marcados por el flagelo de la tragedia climática que ha golpeado a Rio Grande do Sul. Pero no sólo Rio Grande do Sul, el Centro-Oeste con los incendios, la sequía en la Amazonia. Quisiera también, de manera muy especial, dirigirme a los obispos de Brasil y, por supuesto, a los obispos de América Latina y del Caribe».
“Caminemos juntos en comunión para promover ya entre nosotros el Reino de Dios y su justicia.”
Jaime Spengler, que también es miembro de los Dicasterios para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y del Instituto para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica de la Santa Sede en el Vaticano, será el segundo arzobispo de la archidiócesis de Porto Alegre en ser nombrado cardenal, junto con Dom Vicente Scherer (1903-1996), que fue nombrado en 1969 por el Papa San Pablo VI, a la edad de 66 años.
Nota reproducida en Vatican News