México es el primer país de Latinoamérica en donde ser sacerdote es un riesgo de vida. Sin ser un país en guerra o con persecución religiosa, se ha mantenido por 12 años como uno de los países del mundo en donde los sacerdotes arriesgan su vida en el ejercicio de su ministerio.
El Padre Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial (CCM) compartió con Aleteia algunas cifras para comprender la situación y destacó la importancia de acompañar, como feligreses, a los sacerdotes de México en este contexto.
¿Por qué en México se ejerce violencia contra los sacerdotes?
En México, además de cumplir con las labores propias de cualquier sacerdote, los presbíteros se dedican también a la construcción de la paz. Cada día brindan acompañamiento a las víctimas de violencia y realizan sus celebraciones en contextos de inseguridad; pero también alzan la voz para denunciar injusticias y exigir soluciones. Esto convierte a la Iglesia en un blanco de ataques y hostigamiento que busca silenciar sus denuncias y desestabilizar a las comunidades que los párrocos dirigen.
El padre Omar comenta para Aleteia que cada párroco funge como un legislador social. «Al eliminar al sacerdote de una comunidad en conflicto, se desestabiliza a la comunidad completa y entonces ellos logran enquistar la cultura, economía y política del narcotráfico. Después viene la migración que se ha dado en consecuencia».
En este sentido, menciona que las parroquias «son entes muy vivos» que no solo ofrecen un servicio pastoral o espiritual, sino que ofrecen también ayuda médica, cuidado de derechos humanos, educación y protección a migrantes, entre muchas otras cosas más. Por ello, el ataque a un solo sacerdote es, en realidad, un ataque a toda la institución y comunidad.
Durante este sexenio, el Centro Católico Multimedial ha contabilizado:
Nueve asesinatos a sacerdotes, uno de ellos en 2019; tres en 2021; tres en 2022 -entre ellos los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora en la sierra Tarahumara-; y dos más en 2023. Además, 10 presbíteros han sufrido atentados que no les arrebataron la vida.
Aunque, con estas cifras, podría parecer que durante 2023 hubo una ligera disminución de la violencia hacia los sacerdotes, el padre Sotelo asegura que, por el contrario, la violencia y hostigamiento tuvo un importante aumento.
Alrededor de 26 parroquias fueron atacadas, profanadas o asaltadas cada semana.
Dos catequistas fueron asesinadas en Oaxaca y se documentaron cerca de 800 extorsiones y amenazas a sacerdotes, principalmente a través de redes sociales. «Podemos decir que ha aumentado el impacto contra la Iglesia Católica a través de lo que te he mencionado», concluye el padre Omar.
«Hoy más que nunca debemos estar cercanos a nuestros párrocos»
Ante este contexto de violencia e inseguridad, el director del CCM comenta que los feligreses deben estar más cercanos que nunca a sus sacerdotes, pues muchos de ellos han fallecido cuando estaban solos o cuando iban de regreso a sus casas. «Hacerles sentir que la feligresía está con ellos en cualquier momento, ponerles atención, compartirles un número de teléfono al que puedan llamar en una situación de riesgo, hacer que ellos se sientan acogidos, protegidos, albergados por la comunidad».
Y concluye: «Tenemos que estar unidos, protegiéndonos en este tipo de situaciones que por desgracia, día con día, carcomen a nuestras comunidades, familias y sociedad. El párroco es parte de ello».