La reunión de secretarios generales de las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe, celebrada del 20 al 22 de marzo en la sede del Celam, abordó temas cruciales para el quehacer pastoral de la Iglesia continental.
Durante estos días, la agenda se centró en una serie de temas relacionados con la realidad eclesial y sociopolítica de los países de la región, así como en los requerimientos específicos de las Conferencias Episcopales en relación con las líneas de acción que propone el Celam.
También se presentó el plan global del organismo para el período 2023-2027, se analizó la preparación para el Sínodo de 2024, los preparativos para los jubileos y los avances en temas como la cultura del cuidado y la prevención de abusos en ambientes eclesiales, además de los avances del Congreso Eucarístico Internacional.
Problemáticas comunes en la región
El padre Pedro Brassesco, secretario general adjunto del Celam, aseguró que «existe una serie de problemáticas comunes como la desigualdad, la pobreza» y la corrupción, «particularmente en los sistemas políticos y la crisis que están atravesando las democracias en los distintos países».
En esa misma línea, el padre Donald Chambers, Secretario General de la Conferencia Episcopal de las Antillas, identificó desafíos compartidos que impactan a la sociedad en general, así como a la Iglesia, por lo que enumeró retos como «la migración, el narcotráfico, las pandillas, los gobiernos corruptos y la disminución de la tasa de natalidad».
Por su parte, el Padre Eduardo Aguilar, Secretario Ejecutivo de la Conferencia del Episcopado Mexicano, valoró el «compartir y escuchar a otras naciones con problemáticas similares» para tener mayor conciencia y conocimiento de fenómenos como la migración y la violencia.
A nivel eclesial, el P. Brassesco indicó que «sigue siendo un desafío la realidad del sínodo» de 2024, aunque se percibe «un crecimiento en el espíritu sinodal» y cierto «cansancio» en algunas regiones. El P. Chambers comentó la «disminución del número de la población católica», de sacerdotes, seminaristas y la participación juvenil y el impacto de «la secularización».
El Celam como voz profética
Frente a estos desafíos, el Celam propone acciones mancomunadas. El P. Brassesco enfatizó en «la necesidad de nuevas instancias de formación». A su vez, el P. Chambers añadió la importancia de «reforzar y avanzar en pautas para la protección de menores y adultos vulnerables», especialmente contra el abuso sexual que considera es un «imperativo».
«Sobre todo se ha pedido que el Celam siga teniendo una voz profética», afirmó el P. Pedro Brassesco, precisando la importancia de poder denunciar situaciones que atentan contra la dignidad humana, tanto a nivel individual como colectivo. Igualmente, subrayó que el Celam más allá de anunciar la buena noticia, denuncia «aquello que, a los ojos de Dios y a partir de las enseñanzas de la Iglesia, son contrarios al bien y al desarrollo de los pueblos».
El organismo busca promover una mayor integración y cooperación entre las Conferencias Episcopales para responder conjuntamente a «los nuevos signos de los tiempos que van surgiendo», según indicó. En este sentido, propone la articulación de equipos y comisiones para desarrollar una respuesta coordinada a los desafíos continentales.
Perspectivas y compromisos
Por su parte el P. Aguilar resaltó iniciativas como el Plan Global 2023-2027 para «formar una iglesia fuerte ante un mundo secular». De igual forma, calificó estas reuniones como «un lugar de encuentro, un motivo para poder hermanarnos como América Latina» en torno a temas como el «Sínodo, los jubileos y la Asamblea Eclesial que siguen uniéndonos como pueblos».
Sobre la preparación para el Año Jubilar 2025, el P. Chambers comentó que se analizó «cómo las diócesis se están preparando» y los retos financieros derivados de la pandemia, aunque predomina la «emoción» por «unirnos como Iglesia Católica universal para restaurar y avivar la esperanza en el mundo».
Mientras que el P. Brassesco destacó tres conclusiones fundamentales de la reunión: en primer lugar, «el encuentro entre los obispos que les permite comprender y ver una realidad común»; en segundo lugar, comprender «una realidad difícil que atraviesa el continente» y que exige «una respuesta de la Iglesia». Finalmente «la perspectiva de un trabajo conjunto articulado» para que el Celam mantenga su rol de «organismo de comunión y de servicio».
Unión en el servicio
Al finalizar la reunión, Monseñor Lizardo Estrada, secretario general del Celam, expresó su gratitud respecto a la importancia de la unidad, el trabajo conjunto y el anteponer la misión y vocación por encima de cargos. Monseñor Estrada agradeció a Dios Padre por «mantenernos en unidad y amor a nuestra Iglesia en América Latina» y al Papa Francisco por pedir que «sean servidores del Pueblo de Dios en la alegría de la evangelización».
El obispo agradeció a los Secretarios Generales y Conferencias Episcopales «por su presencia, trabajo y esfuerzos» y «compartir las iniciativas y compromisos» que permiten «encarnar el Evangelio en los pueblos» de la región, reconociendo a los equipos de las Secretarías de las Conferencias, que «trabajan en comunión, sencillez y alegría».