En un mundo donde la enfermedad y el sufrimiento tocan cotidianamente la vida de millones de personas, la Pastoral de la Salud se presenta como una expresión de la misericordia y la ternura de Dios. En México, esta labor se encarna a través de hombres y mujeres —sacerdotes, religiosas y laicos— que, movidos por la fe, acompañan a los enfermos, sus familias y quienes los cuidan, llevando consuelo, esperanza y presencia cristiana a los espacios de dolor.
Monseñor Roberto Yenny García, responsable de la Dimensión Episcopal de la Pastoral de la Salud de la Conferencia del Episcopado Mexicano, comparte en esta entrevista con ADN Celam una mirada sobre la misión de esta pastoral, los desafíos que enfrenta, las iniciativas que se desarrollan en el país y el mensaje de aliento que, desde la fe, se ofrece a quienes sufren.
En el marco del camino del Jubileo de los Enfermos, también a través de un video mensaje invita a renovar el compromiso cristiano con la vida frágil y a redescubrir el rostro de Cristo en quienes atraviesan la enfermedad.
Misión de la Pastoral de la Salud en México
Pregunta: ¿Cuál es la misión y el papel de la Pastoral de la Salud en México?
Respuesta: La misión de los agentes de pastoral de la salud (sacerdotes, laicos y religiosas) es la de hacer presente a Cristo en el mundo de la salud, acompañando a los enfermos, a sus familias, a quienes los cuidan y a todo aquel que sufre.
Cristo quiere ser nuestra esperanza en medio del sufrimiento y la enfermedad, y cuando visitamos a un enfermo, lo acompañamos, compartimos con él nuestro tiempo, nuestra presencia, nuestra fe, aliviamos un poco ese sufrimiento. Y muchas veces, además de la gracia de los sacramentos, los enfermos podrán experimentar la fuerza sanadora de Dios.
P.: ¿Qué programas o iniciativas destacaría en el acompañamiento a enfermos y sus familias?
R.: La visita a los enfermos y ancianos en sus hogares; la presencia y acompañamiento en los hospitales; la contención a familiares y cuidadores; los dispensarios médicos; la vinculación con programas de apoyo médico o material como Cáritas; la evangelización y la catequesis; programas de prevención del suicidio y salud mental; el acompañamiento y cuidado de personas de la tercera edad; el acompañamiento a los profesionales de la salud… etc. Muchos de estos programas son ofrecidos con creatividad y con características muy locales, en buena parte de las diócesis de México.
La prevención de salud, es uno de los más grandes desafíos de la Pastoral
P.: ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta la Pastoral de la Salud en el país?
R.: Es un desafío muy importante la necesidad de trabajar en la prevención de la salud, y no solo material sino también la salud mental.
Las carencias en los sistemas de salud pública (medicamentos, asistencia humanizada, acceso a la salud en zonas marginadas, etc.) sabemos que afectan a nuestros enfermos y sus familias; no tenemos los medios para coadyuvar la satisfacción de estas necesidades.
No todas las diócesis tienen equipos de pastoral de la salud y en algunos lugares todavía se reducen a la visita para ofrecer los sacramentos.
Ofrecer signos de esperanza a los enfermos
P.: En este camino del Jubileo de los Enfermos y el Mundo de la Salud, ¿qué reflexión nos ofrece desde la Pastoral de la Salud?
R.: Este año de gracia es una oportunidad para ofrecer signos de esperanza a los enfermos que están en sus casas o en los hospitales. Tenemos la oportunidad de colaborar para que sus sufrimientos puedan ser aliviados con nuestra cercanía al visitarlo y manifestarles nuestro afecto.
A todos los profesionales de la salud y cuidadores les manifestamos nuestra gratitud, pues en condiciones no pocas veces difíciles, ejercitan su misión con cuidado fraterno hacia las personas enfermas y más frágiles. Cuidar de ellos es un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza.
Compromiso cristiano en favor de los enfermos
P.: ¿Cómo se puede fortalecer la sensibilización y el compromiso cristiano en favor de los enfermos en la sociedad actual?
R.: Definitivamente la clave está en el testimonio. Compartir con los demás la alegría de ser mensajeros de esperanza con quien sufre, pues el gozo y la satisfacción es grande. Ese testimonio atrae, contagia. Y, además, no dejar de invitar a colaborar y con paciencia esperar a que los demás puedan irse incorporando a este servicio poco a poco, o colaborar de la manera en que les es posible.
P.: Para quienes cuidan a los enfermos, médicos, enfermeros, voluntarios y familiares, ¿qué palabras de aliento podría compartirles?
R.: Si bien no siempre se puede curar, siempre se puede acompañar y cuidar. Y eso es un gran regalo y bendición para quien pasa por momentos difíciles por la enfermedad propia o de un ser querido. Es también reconfortante saber que podremos recordar en el futuro que hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos, dimos todo el amor del que fuimos capaces.
“Anclemos nuestra esperanza en Dios”
P.: ¿Cómo podemos, desde nuestra fe, vivir la enfermedad como un camino de esperanza y encuentro con Dios?
R.: La fragilidad es propia de los seres humanos. Y cuando nos experimentamos vulnerables, entonces Dios se descubre más fácilmente, a nuestro lado, ayudándonos para sobreponernos a la adversidad, para cambiar lo que es posible y aceptar lo inevitable con paz en el corazón.
P.: ¿Cuál es su mensaje para quienes están atravesando momentos de enfermedad o cuidando a seres queridos en situaciones difíciles?
R.: Anclemos nuestra esperanza en Dios. No dejemos de hablar con Él en la oración a diario, para agradecer, para quejarnos, para pedir, para compartir. Nunca estaremos igual antes y después de hablar con el Señor.
Pidamos con fe para recuperar la salud, pongamos lo que está de nuestra parte y confiemos en que Dios ya está a nuestro lado para aliviar la carga o incluso, librarnos de ella.
Y a quienes los cuidan, además de lo anterior, recordar la promesa de Jesús para quienes lo amen en la enfermedad: “vengan benditos de mi Padre a gozar del Reino preparado para ustedes de la creación del mundo… por que estuve enfermo y me visitaron” (Mt 25,36).
“El sufrimiento unido a Cristo se convierte en semilla de esperanza”
En el marco del Jubileo de la Esperanza, Mons. Roberto Yenny García dirigió un mensaje de fe, gratitud y aliento espiritual a los enfermos, sus familias y los profesionales de la salud. El prelado destacó que este tiempo jubilar ofrece una oportunidad única para “mirar con ojos de fe el misterio del sufrimiento humano”, recordando que el dolor, cuando es vivido en comunión con Cristo, “se transforma en un camino de gracia y redención”.
Dirigiéndose especialmente a los enfermos, Mons. Yenny reiteró que “su vida conserva todo su valor y dignidad”, aún en medio de la enfermedad. En un mundo que con frecuencia margina a los más débiles, el mensaje episcopal subraya una verdad central del Evangelio: “Toda vida humana es sagrada y preciosa ante los ojos de Dios”.
“El sufrimiento no es inútil, unido al de Cristo en la cruz, se convierte en fuente de salvación, testimonio de fe y semilla de esperanza en el mundo”, afirmó
Quienes cuidan de los enfermos son “el rostro compasivo de Dios”
El obispo también se dirigió con palabras de agradecimiento y reconocimiento a las familias que cuidan a sus seres queridos: “Gracias por ser reflejo del rostro compasivo de Dios”, expresó, al resaltar cada gesto, cada palabra de aliento y cada presencia silenciosa junto a la cama del que sufre.
Asimismo, valoró la labor de médicos, enfermeras, cuidadores y todo el personal sanitario, destacando que su tarea es humana y espiritual: “Ustedes son instrumentos de misericordia, guardianes de la vida y servidores del evangelio de la compasión”.
Mons. Yenny concluyó su mensaje invocando a María, Nuestra Señora Salud de los Enfermos, y pidiendo la fuerza del Espíritu Santo para continuar construyendo una Iglesia “que acoge, acompaña y honra a cada persona, especialmente a las más frágiles”.
Nota reproducida en ADN Celam