Monseñor Jaime Spengler, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), fue entrevistado por la prestigiosa periodista de CNN Carmen Aristegui, sobre la muerte del padre Marcelo Pérez Pérez. Monseñor dijo que este lamentable hecho es una evidencia de cómo la violencia no solo afecta a México, sino que se extiende a otros países del continente, poniendo en riesgo la vida de aquellos que defienden a los pobres, vulnerables y la Casa Común.
El reciente asesinato del padre Marcelo Pérez, un sacerdote conocido por su incansable labor en defensa de los pueblos indígenas y la paz en Chiapas, México, ha conmocionado a la Iglesia y a las organizaciones de derechos humanos tanto en México como a nivel internacional. El hecho, ocurrido el 20 de octubre en San Cristóbal de las Casas, resalta la preocupante realidad de la violencia que enfrentan los defensores de los derechos humanos en la región.
Monseñor Spengler recordó a padre Marcelo como “un hombre que ha hecho de su vida, una vida dedicada a los menos favorecidos de la sociedad; un hombre que ha hecho de Jesús su referencia de vida; un hombre que procuraba hacer el bien en favor de los más pobres”. Además, afirmó que le resulta “preocupante que en el nuestro continente latinoamericano los que luchan por los más pobres pagan con la vida su testimonio”.
Agentes de pastoral pagan con su vida su contribución a los pobres
“Estos últimos años hemos visto la muerte no solo de sacerdotes, sino de agentes de pastoral que se dedican al cuidado y la atención de la vida de la gente”, dijo, dejando de precedente que este tipo de hechos no se dan únicamente en México, sino a lo largo del continente.
“No podemos estar en silencio. Nosotros, la sociedad debe reaccionar”, señaló el obispo, afirmando que la Iglesia tiene como referencia más grande el Evangelio, y por ello, es muy importante la justicia. La autoridad eclesial dijo que, al día de hoy, no se conocen las razones detrás de este hecho, pero lo que sí se debe reconocer es que “hay hombres y mujeres capaces de contribuir con su sangre, para que todos tengan vida digna”.
“La Iglesia en Latinoamérica tiene una historia muy bella, una historia de una opción preferencial por los pobres, esto ciertamente tiene un precio”, expresó el obispo, al referirse a la muerte del padre Marcelo, pero también de “tantos agentes de pastoral que sufren persecución, que sufren y pagan con la vida el trabajo que hacen a favor de la Casa Común y a favor de los pobres”.
Aristegui rememoró los asesinatos de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos en Chihuahua, en junio de 2022, señalando la falta de justicia tras esos crímenes, lo que alimenta la sensación de impunidad. Al respecto, monseñor Spengler opinó que las cosas no son claras y que “el crimen organizado está presente en las estructuras sociales y en las estructuras políticas”.
La justicia divina siempre está al lado de los pobres
Igualmente, monseñor Jaime aseveró que están de por medio los intereses económicos y sociales de las grandes empresas: “Estas grandes fuerzas no temen la justicia de los hombres, pero nosotros creemos en la justicia divina, y la justicia divina siempre está al lado de los más pobres”, resaltó.
La autoridad eclesial manifestó que infelizmente la justicia de los hombres es frágil y muchas veces es orientada por intereses alejados del bien común, de la vida de la gente, de la vida de la sociedad integrada e integradora.
“Nosotros avanzamos con el Evangelio en las manos, con la confianza en el Crucificado, nosotros avanzamos anunciando que el Reino de Dios es posible entre nosotros, ya, aquí, ahora”, expresó el obispo.
Santos de nuestro tiempo
Monseñor Spengler explicó que hay que analizar y comprender dos cuestiones a partir de la muerte del padre Marcelo: la primera, la cuestión de los indígenas, “es una historia triste, de dolor, de muerte, de sangre, y yo pienso que América Latina tiene una gran deuda con los pueblos originarios”, indicó el obispo.
Aseguró que esta historia del padre Marcelo es algo que sobrevive o se mantiene a lo largo de los siglos, “desde el siglo XVI hasta hoy”. “Yo pienso que aún no hemos hecho lo suficiente para proteger y promover los pueblos originarios, y se podría decir que es motivo de alegría cuando podemos ver personas que sacrifican la vida para promover la vida de otros. Exactamente, el padre Marcelo es uno de estos hombres, una de estas personas, y yo me animaría a decir que son los santos en nuestros tiempos”, manifestó.
Como segunda cuestión apuntó al crimen organizado: “Esta realidad del crimen organizado, está presente en otros contextos latinoamericanos de forma muy consistente y muy fuerte”, dijo, recordando que el asesinato del padre Marcelo Pérez Pérez pone de manifiesto la necesidad de que tanto el Estado como la sociedad tomen acciones firmes para proteger a quienes dedican su vida a la defensa de los derechos humanos y la justicia social.
El Estado mexicano se dejó derrotar
El obispo llamó a defender los valores del Evangelio por encima de otros intereses e invitó a orientar las prácticas pastorales de las comunidades en la Doctrina Social de la Iglesia: “Yo pienso que acá tenemos un tesoro muy grande y nos puede orientar a todos de cómo contribuir como Iglesia para promover los valores de la comunidad y la sociedad de forma justa, integral y diría, plena”.
La muerte del padre Marcelo también es una muestra de que no se cumplieron con las condiciones de seguridad que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Estado mexicano estaba obligado a ofrecerle, señaló la periodista. Sobre este punto, el presidente del Celam declaró con firmeza que “es una derrota del Estado mexicano, pero también debemos decir que todos nosotros perdemos, las instituciones de mediación del Estado también perdieron”.
Desde esta realidad, el obispo recordó que la Iglesia pide siempre el don la paz y del entendimiento: “Debemos encontrar medidas, espacios, tiempos, para construir lo necesario, para que todos puedan ganar, no salir derrotados, y ciertamente, acá en este contexto, el Estado se dejó derrotar”, remarcó la autoridad eclesial para finalizar la entrevista.
Nota reproducida en ADN Celam