El Día Internacional de los Derechos Humanos se conmemora cada 10 de diciembre. Con este motivo, la hermana Gladis Montesinos, misionera peruana en Bolivia, comparte su experiencia con los t’simanes, un pueblo indígena que enfrenta desafíos desgarradores.
En su artículo de opinión titulado “Memoria histórica para no repetir crueldades”, la religiosa expone la realidad de los t’simanes, quienes han sido víctimas de despojo, violencia y abandono por parte de un sistema que prioriza los intereses económicos sobre la dignidad humana. A través del testimonio de un miembro de esta comunidad, la misionera narra la llegada de un empresario que, bajo la máscara de la ayuda, manipuló, explotó y despojó a los t’simanes de sus tierras, su identidad y su seguridad.
Este trágico relato incluye la pérdida de una niña de 14 años, cuyo asesinato permanece impune, simbolizando la deshumanización que sufren estos pueblos.
El grito de los pueblos
La hermana Montesinos denuncia la complicidad entre algunos estados y empresas que perpetúan estas injusticias, y cuestiona el modelo de desarrollo que sacrifica vidas humanas y ecosistemas en nombre del progreso: “Celebrar el Día Internacional de los Derechos Humanos es propicio para para seguir escuchando el grito de los pueblos cuyos derechos y vidas que siguen siendo violentadas, despojadas y sacrificadas, ya sea por el extractivismo salvaje, el modelo de desarrollo depredador, las falsas soluciones, la transición minero energético y otros en diversas comunidades de la Amazonia, América latina y el Caribe”.
La religiosa asegura que las empresas y estados son autores de atrocidades inhumanas: “En el caso de los hermanos t’simanes, como el testimonio descrito, no importó la vida humana y sus derechos fundamentales. Fueron violentados hasta matar una vida”.
La hermana Gladis lamenta que “aunque estos pueblos preserven la vida para todos en el planeta, todavía no son reconocidos y valorados como tal y mucho menos por los estados”.
Los derechos humanos son universales e inalienables
El mensaje de la religiosa es claro: “Los derechos humanos son universales e inalienables, son iguales, indivisibles e interdependientes. Nacemos con ellos. Nadie nos los otorga”.
La misionera no pierde la esperanza y señala que la Comisión para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) ha emitido recomendaciones específicas al Estado boliviano para garantizar los derechos de los t’simane y reparar los daños sufridos. Aunque reconoce que se han dado pasos iniciales, reitera la urgencia de acciones concretas y efectivas.
“Quiero seguir creyendo que es posible una vida digna para todos, que las personas podemos actuar de buena fe, que los niños puedan nacer sin estar endeudados, libres sin condicionamiento a ser esclavos, la mujer, la persona no sean objeto de mercancía sino sujetos de su propia historia y desarrollo, que las familias puedan reír y permanecer unidas en su lugar de origen, que no tengan que huir por la violencia forzada. Que podamos consumir agua limpia, que el aire sea limpio y sano para las generaciones que están naciendo y vendrán, que el corazón humano volverá a su origen y hará las cosas bien”, manifiesta su sueño.
“Todos somos guardianes de la vida”
Como guardianes de la vida, del prójimo y de la Casa Común, la hermana Gladis reitera que “no podemos normalizar las muertes o asesinatos de quienes defienden causas justas; no podemos normalizar la corrupción, la mentira y la falsedad”.
“Simplemente, creo que es posible mejorar nuestro mundo”, afirma, apelando a todo ser humano para vivir en unidad-comunión-armonía y contribuir en la transformación del mundo “procurando un mundo vivible para todos”.
“Gracias a todos los que trabajan por defender la vida a través de los derechos humanos. Gracias por aunar tantos esfuerzos por el bien de todos. Pues, como decía un amigo, ¡los derechos humanos son la columna vertebral del evangelio! Es un compromiso de vida. En estos cuerpos humanos está impresa la imagen de Dios encarnada. En ellos su cuerpo sufriente. La Iglesia, Dios y los prójimos”, sostiene.
Concluye con un mensaje de esperanza mirando hacia el futuro: “¡No perdamos la esperanza en que es posible un mundo diferente y bueno contigo! ¡Sumemos con ESPERANZA por un presente y futuro bueno para todos! ¡nuestro compromiso es ahora!”.
Nota reproducida en ADN Celam