La Iglesia Copta Ortodoxa ha confirmado que su decisión de la semana pasada de suspender el diálogo con la Iglesia Católica se debió al “cambio de posición” de Roma sobre la homosexualidad.
En un video publicado el viernes 8 de marzo, el portavoz copto ortodoxo, el padre Moussa Ibrahim, señaló que “el más notable” de los nueve decretos emanados de su sínodo anual, que tuvo lugar la semana pasada en Wadi El-Natrun (Egipto), fue “suspender el diálogo teológico con la Iglesia Católica tras su cambio de posición sobre el tema de la homosexualidad”.
El mensaje se dio tras la conclusión del sínodo el día anterior y una declaración adjunta en la que los líderes coptos ortodoxos habían dicho que suspendían el diálogo con Roma.
“Después de consultar con las iglesias hermanas de la familia ortodoxa oriental”, escribieron, “se decidió suspender el diálogo teológico con la Iglesia Católica, reevaluar los resultados alcanzados por el diálogo desde su inicio hace 20 años y establecer nuevos estándares y mecanismos para que el diálogo continúe en el futuro”.
Los dirigentes también reafirmaron su rechazo a las relaciones entre personas del mismo sexo, manifestando su “posición firme de rechazar toda forma de relaciones homosexuales, porque violan la Santa Biblia y la ley por la cual Dios creó al hombre como varón y mujer, y la Iglesia considera cualquier bendición de tales relaciones, cualquiera que sea su tipo, de una bendición al pecado, y esto es inaceptable”.
La Iglesia Ortodoxa Copta de Alejandría, encabezada por el Papa Tawadros II, es una de las denominaciones cristianas más antiguas del mundo, cuyo origen se remonta a San Marcos el Evangelista. Además es la principal iglesia cristiana en Egipto (la palabra «copto» proviene del griego Aigyptos, que significa Egipto). Si bien el número preciso de sus miembros es desconocido, se estima que oscila entre 10 y 20 millones de personas, dentro de una población ortodoxa de 260 millones en total.
Aunque se describe a sí misma como ortodoxa, no está en plena comunión con el Patriarca Ecuménico Bartolomé y la Ortodoxia Oriental, pero permanece unida con las iglesias ortodoxas de Etiopía, Armenia, Eritrea, Malankara y Siria, conocidas colectivamente como iglesias ortodoxas orientales. Ninguna de estas iglesias acepta el Concilio de Calcedonia del año 451 y su definición de las “dos naturalezas” de Cristo. Desde finales del siglo XX, las iglesias ortodoxas orientales han buscado dialogar con Roma y la ortodoxia oriental, que durante siglos las habían considerado heréticas.
El año pasado, el diálogo parecía haber progresado hasta tal punto que el Vaticano permitió a los coptos ortodoxos celebrar su propia Divina Liturgia en la Archibasílica de San Juan de Letrán, en Roma. El mes siguiente, en una medida inusual, el Papa Francisco incluyó a 21 fieles coptos ortodoxos martirizados en 2015 por el Estado Islámico, en Libia, en el Martirologio Romano.
La declaración en video del padre Ibrahim se conoció después de que algunos observadores señalaran en las redes sociales que la declaración no hacía referencia específica a la declaración Fiducia supplicans del Vaticano del 18 de diciembre, que permitía una bendición “no litúrgica” y “espontánea” de parejas del mismo sexo. También afirmaron que no indicaba que la decisión de suspender el diálogo estuviera relacionada con el documento.
El comunicado de los líderes coptos ortodoxos no hizo ninguna referencia explícita a Fiducia supplicans, pero su reafirmación de la enseñanza de su Iglesia sobre la homosexualidad, basada en la Sagrada Escritura, unida al mensaje en video del padre Ibrahim, hizo incontrovertible la causa de su suspensión del diálogo.
Señalaron, además, que Dios creó al hombre tanto varón como mujer, que todas las personas están llamadas a la santidad y que todos deben vivir de acuerdo con su voluntad y “el diseño divino para el matrimonio entre un hombre y una mujer”.
Hicieron hincapié en que cualquiera que luche contra la atracción hacia el mismo sexo y “controle este deseo, es elogiado por sus esfuerzos y queda sujeto a las mismas tentaciones que los individuos heterosexuales”. Del mismo modo, manifestaron que es “esencial” que “busquen el verdadero arrepentimiento” como lo haría una persona heterosexual adúltera.
“Si alguien elige abrazar su tendencia homosexual, sin embargo, y se niega a buscar ayuda espiritual y emocional, sino que continúa quebrantando los mandamientos de Dios, en ese caso, su situación se vuelve la misma que la de alguien que vive en adulterio”, continúa el comunicado. “En tales casos, se les debe advertir y aconsejar que se abstengan de la Comunión, buscando el arrepentimiento”.
Una de las principales críticas a Fiducia supplicans es que no menciona el arrepentimiento o el compromiso de enmendar la vida antes de recibir tal bendición.
Citando las palabras de San Pablo en su Epístola a los Romanos, con más referencias a su primera carta a los Corintios y pasajes del Levítico, los coptos ortodoxos también subrayaron la condena de la Iglesia a los actos entre personas del mismo sexo. “En consecuencia”, añadieron, se oponen “enérgicamente” a “toda forma de actividad sexual fuera de los límites del matrimonio”, y agregaron que la ven como una “distorsión sexual”. También rechazaron “firmemente” que los contextos culturales puedan usarse para “justificar las relaciones entre personas del mismo sexo”, ya que los coptos creen que es “perjudicial para la humanidad” en su conjunto.
Agregaron que su Iglesia cree en los derechos humanos y las libertades, pero que estas libertades “no son absolutas” y no deben usarse para “violar las leyes del Creador”.
“La Iglesia afirma su compromiso de cumplir su función pastoral de ayudar a las personas que tienen tendencias homosexuales. También enfatiza que no los rechaza sino que les brinda apoyo y asistencia para ayudarlos a lograr una solución emocional y espiritual”, concluye el comunicado.
El National Catholic Register se puso en contacto con el Cardenal Kurt Koch, prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, pero al cierre de esta edición no había respondido.
Traducido y adaptado por ACI Prensa. Publicado originalmente en National Catholic Register.