(ZENIT Noticias / Londres, 13.09.2023).- El 1 de septiembre, Suella Braverman, Ministra del Interior del Reino Unido, envió una carta pública a las fuerzas de policía de Inglaterra y Gales que contenía una importante declaración «La oración silenciosa no es, por sí sola, ilegal». Esta declaración llega tras varios meses de controversia relacionada con los sorprendentes arrestos de Isabel Vaughan-Spruce, el padre Sean Gough y Adam Smith-Connor, quienes fueron detenidos por llevar a cabo oraciones en silencio cerca de clínicas de aborto.
Aunque este anuncio marca un hito significativo para el movimiento pro-vida y reafirma el derecho fundamental a la libertad de pensamiento, no aborda completamente el problema central. Actualmente, sigue siendo ilegal ofrecer cualquier forma de apoyo a una mujer embarazada dentro de un radio de 150 metros de una clínica de aborto, según la Orden de Protección del Espacio Público (PSPO). Además, estas restricciones se aplicarán a todas las clínicas de aborto en Inglaterra y Gales una vez que se implementen las «zonas de amortiguamiento» de acuerdo con la nueva Ley de Orden Público (Public Order Bill, POB) aprobada en marzo de 2023.
La declaración de Braverman se presentó en una extensa carta dirigida a todas las fuerzas de policía debido a la creciente preocupación pública por el comportamiento percibido como parcial de la policía.
La Ministra instó a los agentes a trabajar juntos para «restaurar la confianza del público en la policía», cuya imagen se ha visto afectada por la «percepción de que en los últimos años la policía ha adoptado en ocasiones una posición política». Esto incluye incidentes notorios, como la percepción de que la policía ha mostrado excesiva indulgencia hacia las demandas de la comunidad LGBT. Braverman enfatizó que el papel de la policía es «cumplir la ley tal como está escrita… no respaldar el cambio social ni tomar partido». Además, recordó a los agentes que «tener opiniones legítimas, incluso si estas opiniones pueden ofender a otros, no es un delito».
En este contexto, la oración silenciosa en las calles de Inglaterra ya no se considera un delito. Isabel Vaughan-Spruce, el padre Sean Gough y Adam Smith-Connor fueron arrestados después de ser interrogados por agentes de policía sobre sus intenciones y oraciones, lo que de otro modo habría permanecido desconocido. Esto llevó a algunos medios de comunicación a hablar de una «policía del pensamiento».
Isabel Vaughan-Spruce respondió positivamente a la carta de Suella Braverman, destacando que «no corresponde al gobierno determinar mis creencias sobre el aborto, mi creencia de que las mujeres merecen un mejor apoyo, ni controlar mi fe. Me complace ver que la Ministra del Interior aclara que no es un delito orar en silencio en tu propia mente. Esto es un principio fundamental de una democracia libre; sin embargo, he sido arrestada dos veces por ello». Por otro lado, Jeremiah Igunnubole, asesor legal de Alliance Defending Freedom (ADF UK), que representa la defensa legal de Vaughan-Spruce, explicó que si ella hubiera expresado en voz alta su opinión sobre el cambio climático en la misma calle, no habría habido ningún arresto. Sin embargo, debido a que sus pensamientos silenciosos expresaban una visión particular sobre el aborto, que no cuenta con la aprobación de las autoridades, fue arrestada.
A pesar de que la Ministra del Interior ha eliminado la equiparación entre la oración silenciosa y el «delito de pensamiento», todavía es ilegal rezar en voz alta o de manera visible, o incluso ser una presencia discreta con la posibilidad de hablar y ofrecer ayuda concreta a una joven que está considerando un aborto, siempre y cuando se evite cualquier acción que pueda considerarse intimidante o molesta. Según la normativa actual, la única presencia y actividad permitida es la oración silenciosa, quizás solo por parte de individuos aislados. Esto plantea preguntas sobre qué sucedería si un grupo más grande de 20 o 30 personas se reuniera para orar pacíficamente fuera de una clínica de aborto. ¿Cambiaría nuevamente la situación? La ley tiene como objetivo claro suprimir la presencia visible de los partidarios pro-vida para evitar que las mujeres que consideran el aborto cambien de opinión. Además, estos voluntarios ofrecen opciones reales, brindan información sobre los numerosos servicios disponibles para ayudar a estas mujeres, apoyo financiero y compañía. Esto contrasta con las clínicas de aborto, que ofrecen una sola opción: el aborto.
La legislación sobre el aborto en el Reino Unido se ha fortalecido en los últimos tiempos, y queda por verse si la carta de Suella Braverman se aplicará de manera efectiva o si se encontrarán otros métodos para desalentar y intimidar la oración silenciosa. Esta aclaración no garantiza que Adam Smith-Connor sea declarado no culpable en su caso pendiente, ni protege a Isabel Vaughan-Spruce de ser llevada a juicio por segunda vez. El gobierno británico es consciente de que las restricciones impuestas alrededor de las clínicas de aborto pueden entrar en conflicto con otros derechos fundamentales protegidos por el derecho interno e internacional, como la libertad de expresión, la libertad de movimiento y la libertad de religión. Sin embargo, los miembros del Parlamento votaron en contra de una enmienda importante que habría protegido explícitamente la oración silenciosa y las ofertas de apoyo caritativo a las mujeres. Además, el uso ambiguo e indefinido del término «oración» es en parte responsable de la situación actual, y se espera que el Ministro del Interior aborde estos puntos pendientes.
Mientras tanto, la carta de Suella Braverman destaca que los ciudadanos comunes no han perdido el derecho a expresar sus pensamientos, independientemente del tema, en cualquier ubicación dentro del territorio británico.
Nota reproducida en Zenit