Los sistemas sólidos de protección social, incluidos aquellos que apoyan a la familia, la educación y el trabajo decente, son cruciales para combatir la pobreza y lograr el desarrollo humano integral, dijo el observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Nueva York, el arzobispo Gabriele Caccia, al dirigirse, el lunes 12 de febrero, a los participantes de la 62ª sesión de la Comisión de Desarrollo Social de las Naciones Unidas, convocada para discutir políticas sociales en función de acelerar el progreso en la implementación de la Agenda 2030, en función de lograr el objetivo general de erradicar la pobreza.
Garantizar la educación para todos
Recordando que la pobreza puede ser erradicada “abordando en primer lugar sus causas profundas”, el Observador del Vaticano destacó el papel desempeñado por la educación como “vehículo primario del desarrollo humano integral”, que conduce a mayores oportunidades y mejores resultados para todos.
Por lo tanto, reafirmó la necesidad de implementar medidas para garantizar el acceso a la educación de las familias pobres, “para que todos los niños, incluidos los más pobres, sean instruidos y puedan desarrollar su potencial de acuerdo con su dignidad inherente”.
También destacó que se debe brindar a los adultos oportunidades para continuar su educación, incluyéndose el reciclaje profesional para aquellos que pierden su empleo.
Acceso a un trabajo digno y a una remuneración justa
Monseñor Caccia mencionó además otra condición esencial para el desarrollo: el acceso a un trabajo decente, con una remuneración justa para todos, y subrayó así la importancia de políticas laborales que “promuevan condiciones de justicia en el lugar de trabajo y en la economía, reflejando al mismo tiempo que el trabajo es una expresión de la persona humana, no los fines para los que están hechas las personas”.
“El trabajo debe ser accesible para todos, realizarse en condiciones decentes y seguras, y debe ser remunerado a un nivel que permita a los trabajadores mantener y disfrutar de la vida familiar y del ocio”.
La familia merece protección y apoyo
Finalmente, el representante vaticano pidió que se preste más atención a la familia como actor crucial en el desarrollo social, merecedor de protección y apoyo de la sociedad y del Estado. A este respecto, reiteró la preocupación de la Santa Sede por su cada vez menor reconocimiento en los debates internacionales: “La familia es cada vez más minimizada o incluso denigrada en los foros internacionales”, lamentó.
Recordando que, “para muchas personas en todo el mundo, la familia no es sólo la primera sino también la única forma de protección social, el arzobispo Caccia insistió en que las políticas sociales deben apoyar a esta unidad fundamental de la sociedad “en su papel esencial para lograr la justicia social y la prosperidad social”.
“La familia es una ‘escuela de humanidad más profunda’ y, como subraya el Papa Francisco, ‘el primer lugar donde se viven y transmiten los valores del amor y la fraternidad, la unión y el compartir, la preocupación y el cuidado por los demás’”, concluyó el observador permanente.
Nota reproducida en Aica