El Papa aprueba adaptaciones litúrgicas indígenas en México

El Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, con la autoridad del Papa, ha aprobado una serie de adaptaciones litúrgicas para las comunidades indígenas del estado mexicano de Chiapas. Según el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, esto “no es destruir la liturgia, al contrario, es que se haga cultura”.

En un video, el Cardenal Arizmendi agradeció a Dios por esta aprobación y explicó que entre las adaptaciones se encuentran “unas danzas rituales, que no es folclore, sino una forma de orar danzando; o que hombres o mujeres puedan dirigir la oración junto con el sacerdote; y que sean mujeres las que puedan hacer la incensación”.

Aseguró que esta es una forma de que la liturgia se haga cultura de acuerdo a los ritos y con las formas culturales que tienen los pueblos: “Le damos gracias a Dios y ojalá que esto siga para que otros se animen también a buscar formas de cómo se puede inculturar la liturgia, para que la liturgia sea parte también del pueblo”.

Por una liturgia inculturada

Cardenal Felipe Arizmendi es el promotor de esta iniciativa –que recibió la aprobación papal el 8 de noviembre– para la celebración de la santa misa en las etnias tseltal, tsotsil, ch’ol, tojolabal y zoque de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas.

Asimismo, otorgó el recognitio para la traducción al tseltal de documentos clave del Magisterio, como la Constitución Apostólica Missale Romanum y el motu proprio Mysterii paschalis.

Este paso busca fomentar la participación comunitaria respetando las tradiciones y promoviendo un proceso de inculturación alineado con la doctrina del Concilio Vaticano II y la exhortación del Papa Francisco en Querida Amazonía.

Son liturgia de la Iglesia

El purpurado escribió un artículo en el que pone de relieve este reconocimiento oficial de la Iglesia por el que esas adaptaciones se aprueban como válidas y legítimas: “Son liturgia de la Iglesia, y no sólo usos y costumbres que se vean con desconfianza”, resalta el Cardenal.

Esto es muy significativo, pues es el segundo caso en toda la historia postconciliar en que se aprueban adaptaciones litúrgicasel otro fue para las diócesis del Zaire, en África. Estos ritos son una forma de encarnación de la fe en expresiones muy propias de estas culturas”, afirma cardenal Arizmendi, y añade “no los inventamos nosotros, sino que asumimos lo que ellos viven y que es conforme al Rito romano”.

Si en algunas costumbres indígenas hay desviaciones, podemos ayudarles a llegar a su plenitud en Cristo y en su Iglesia”, señaló a tiempo de explicar en qué consisten estas adaptaciones.

¿Qué adaptaciones litúrgicas se aprobaron?

“Se aprobaron danzas rituales en el ofertorio, en la oración de los fieles o en la acción de gracias después de la comunión. No son folclor, sino movimientos sencillos de toda la asamblea, monótonos, contemplativos, acompañados de música tradicional, y que expresan lo mismo que el rito romano, pero en otra forma cultural. No se cambia el contenido de la Misa, sino la forma de expresarlo”, explicó la autoridad eclesial.

Así también, dio a conocer que se aprobó que sean mujeres las que ejerzan el ministerio de incensadoras en la Misa, en vez del sacerdote: “Una vez que este impone y bendice el incienso, ella o ellas inciensan el altar, las imágenes, el evangeliario, a los ministros y a la asamblea. Lo hacen no con el incensario común, sino con un sahumerio propio de la cultura. Esto no es una reivindicación feminista, sino algo tradicional en estos pueblos originarios; son ellas ordinariamente quienes inciensan en las oraciones tradicionales”.

A su vez, se aprobó que un laico, hombre o mujer, reconocidas con relevancia moral, dirijan ciertas partes de la oración comunitaria: “Sea al principio de la Misa, para iniciar a la comunidad en la celebración, para nombrar las intenciones y para pedir perdón, sea en la oración de los fieles, después de que el sacerdote hace la invitación inicial y cierra con la oración conclusiva, sea después de la comunión como acción de gracias, que el sacerdote concluye con la oración postcomunión… Es otra forma de que la asamblea participe; no se cambia el contenido del rito romano, sino su expresión cultural”.

Discernir y actuar

Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia ha promovido las adaptaciones en la liturgia, reconociendo que la fe puede y debe expresarse de manera que refleje las diversas culturas, sin perder la unidad y esencia del rito. El cardenal Arizmendi recuerda cómo la Constitución Sacrosanctum Concilium realza la importancia de esta adaptación: “La Iglesia no pretende imponer una rígida uniformidad… se admitirán variaciones y adaptaciones legítimas a los diversos grupos, regiones, pueblos, especialmente en las misiones, y se tendrá esto en cuenta oportunamente al establecer la estructura de los ritos y las rúbricas”.

Para su aplicación, el 25 de enero de 1994, la entonces Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en la IV Instrucción La Liturgia Romana y la Inculturación, declaró que “la diversidad no perjudica su unidad, sino que la enriquece”. La instrucción señaló la necesidad de una liturgia que respete y exprese las diversas culturas y respetar siempre “la unidad sustancial del Rito romano, la unidad de toda la Iglesia y la integridad de la fe que ha sido transmitida a los santos de una vez para siempre”.

El Papa Francisco, en su exhortación Querida Amazonía, hizo eco de esta urgencia al remarcar: “Un necesario proceso de inculturación no desprecia nada de lo bueno que ya existe en las culturas amazónicas, sino que lo recoge y lo lleva a la plenitud a la luz del Evangelio”. En el mismo documento, lamentó que, aunque el Concilio Vaticano II pidió este esfuerzo, más de cincuenta años después, los avances han sido limitados.

“Que esta aprobación anime el proceso para promover adaptaciones semejantes en otros grupos indígenas. Para ello, esperamos que los obispos y agentes de pastoral tengan interés en dar valor litúrgico a muchas expresiones católicas de nuestros grupos originarios, y no los vean como simple folclore o reductos de tiempos pasados, ni los desprecien o condenen como sincretismo y paganismo”, invitó el cardenal Felipe Arizmendi.

Nota reproducida en ADN Celam