El cardenal Luis José Rueda Aparicio, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia y arzobispo de Bogotá, haciendo memoria desde sus inicios como seminarista, párroco y obispo, dijo haber sido siempre testigo del conflicto armado y de los esfuerzos que han hecho los colombianos en esa búsqueda de la paz.
En diálogo con ADN habló sobre el tema de paz, la tarea que viene realizando la Iglesia como facilitadora de estos procesos, el acompañamiento pastoral a las comunidades en medio del conflicto; y además se refirió al momento coyuntural de los diálogos entre el Gobierno Nacional y el grupo de Ejército de Liberación Nacional (ELN).
“Los colombianos tiene una gran capacidad de resiliencia”
El jerarca dijo que los colombianos son gente pujante “tienen esa gran capacidad de levantarse todos los días a trabajar, a orar, a cantar y a decir tendremos paz”, agregó además que son personas de oración diaria “pidiendo a Dios que camine de nuestro lado para no desfallecer”, que, aunque pareciera que todas las puertas se cierran “siempre veamos amanecer la luz de la esperanza y de la posibilidad de trabajar por la paz”.
Su paso por la diócesis de Montelíbano y la arquidiócesis de Popayán le han mostrado que Colombia tiene un conflicto de muchas décadas, también que en este entramado hay muchos elementos que no han permitido que se llegue a una solución definitiva, de manera especial en estas regiones tan golpeadas por la violencia donde las comunidades son las más afectadas. Pero frente a este panorama que podría verse sombrío el también arzobispo de Bogotá saca a flote la fuerza, la espiritualidad, la resiliencia y la capacidad que todos tienen para afrontar esas adversidades y seguir trabajando sin descanso por la paz.
“Yo invito a todos los colombianos hombres y mujeres a que continuemos en ese camino y que cada día aportemos más, no podemos ser indiferentes, la paz y la reconciliación de Colombia requiere del aporte y el concurso de todos, tenemos que dar un buen ejemplo a las nuevas generaciones que vienen en camino”, expresó.
Diálogo y confianza son el camino a la paz
De igual forma, hizo el comparativo a nivel latinoamericano y mundial, observando que mientras en otros lugares del mundo se libran eses guerras cruentas, en Colombia en medio del conflicto se muestra voluntad de paz por parte del Gobierno Nacional y de algunos grupos armados y es allí, donde dice intervienen otros actores como Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA), organismos internacionales, líderes sociales y la Iglesia.
Al referirse a este último actor, afirmó que la experiencia de la Iglesia apoyada en la palabra de Dios y la doctrina social, le ha mostrado que los conflictos no se solucionan a través de las armas, sino a través del diálogo y la confianza en los procesos.
“Sabemos que estos conflictos no se solucionan a través de las armas, sino a través de sentarnos, de mirarnos, de confiar en nosotros, de dialogar y de buscar el bien común de todos, por lo tanto, yo le digo a los colombianos y a los latinoamericanos, debemos confiar en estos procesos, hagámoslo en los barrios, hagámoslo en las zonas rurales, hagámoslo también en nuestras familias, es decir, tomemos la espiritualidad y la misión de la no violencia activa, positiva y esperanzada”, aseveró.
Distintas miradas del conflicto
Al avanzar en la conversación con el cardenal Rueda, expuso dos puntos de vista que considera son la lectura de opinión que los colombianos tienen frente a los diálogos de paz. Primero una mirada desde el interior del país y otra desde las regiones donde se libra el conflicto.
Una mirada es la opinión de quienes consideran que los procesos de paz son lentos, no se ven resultados, antes bien cada día hay retrocesos y esto -dijo- se da desde los lugares donde no hay conflicto, donde no hay presencia de los grupos armados. “Ellos dicen no se está avanzando, esto como que no lleva a ningún norte, como que no tenemos una meta clara, como que se va a pasar el tiempo de este gobierno y no vamos a lograrlo”.
La otra mirada se da desde los territorios con las comunidades, esas personas que vienen sufriendo históricamente el conflicto, la pobreza, la desigualdad social, el estar conviviendo con los grupos armados y sumado a ello el componente del narcotráfico y la minería ilegal que los hace más vulnerables. Desde estos territorios sufrientes, aseguró el prelado si hay esperanza, “desde las regiones sí se ven los pequeños pasos que se van dando, desde las regiones sí se puede percibir una voz llena de esperanza en lo que se está haciendo”. Es testigo de ello la Iglesia quien a lo largo de la historia acompaña a la población haciendo presencia hasta en los lugares más recónditos.
Acompañantes del proceso de paz
Refiriéndose a los temas propios de las mesas de diálogo entre el Gobierno Nacional y el ELN, observó que Colombia siempre ha estado en esa búsqueda de la paz, de “pasar la página” a este conflicto de violencia que afecta en tantos aspectos de la vida: lo social, político, económico y cultural, y que a pesar de todos los esfuerzos no se ha logrado plenamente.
“Pero vivimos plenamente aferrados de la esperanza, vivimos siempre con la confianza puesta en Jesucristo el Señor, creyendo que los caminos del diálogo, de la reconciliación, del poder encontrarnos como nos lo propone el Papa Francisco son los caminos que permiten conquistar la paz”, asintió.
En este orden de ideas, el directivo señaló que a pesar de lo “tortuoso que pareciera ser estos acercamientos”, desde la Conferencia Episcopal se sigue haciendo presencia en los diálogos que el gobierno colombiano hace con el grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional Eln y advirtió que el papel como Iglesia es ser acompañante de este proceso y no garante.
“Estamos como acompañantes en la mesa de diálogo, estamos acompañando junto con Naciones Unidas y con otros países europeos que han apoyado siempre los procesos de diálogo en todas partes del mundo y también en Colombia. Por lo tanto, nosotros creemos que, como Iglesia estamos plenamente convencidos de que a pesar de que es un camino tortuoso, difícil y son procesos largos, debemos estar ahí y estamos no solamente los obispos sino también muchos presbíteros, muchas religiosas, religiosos y muchos laicos porque esto requiere el empeño de todo el pueblo de Dios».
Resaltó la tarea que vienen desarrollando los delegados nombrados por los obispos para acompañar el proceso del cese al fuego con el Eln y con el estado mayor conjunto que son grupos distintos, “esos sacerdotes, esos obispos, esos laicos, esos religiosos, esas religiosas que están ahí en las regiones sí apoyan, sí viven de la esperanza y tienen una lectura más esperanzadora de lo que puede pasar a través de los diálogos, aunque sean lentos”.
El prelado concluyó su diálogo invitando a los colombianos a no resignarse a la violencia, antes bien, agregó que es necesario pedir signos que muestren esa voluntad de paz, que no solo competen a los actores armados sino a todos los ciudadanos y a todas las instancias, “porque no podemos olvidar que la violencia afecta a todos, somos sus víctimas y es vital propiciar el encuentro; aquello que nos permita sentir de nuevo esperanza”.
Nota reproducida ADN Celam