En el marco de la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, que se conmemora cada 8 de febrero, el Arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina), Mons. Jorge Lozano, expuso con preocupación la realidad de quienes, en busca de mejores oportunidades, son captados por redes mafiosas, y llamó a un mayor compromiso por erradicar este flagelo.
Con una columna titulada “El secuestro de los invisibles” y publicada en el diario argentino La Nación, el prelado expresó: “He visto filas de más de 200 personas esperando hacer una entrevista y entregar currículums para tres puestos de trabajo que se ofrecen”.
“Este deseo, por momentos desesperado, es aprovechado por redes mafiosas”; denunció. “Se presentan disfrazados de buenas personas que prometen estudiar o trabajar en otra provincia o Estado, dibujando una realidad que nunca llegará”, describió.
“Enseguida la promesa de estudio y trabajo es reemplazada por las cadenas de reducción a servidumbre o trabajo esclavo, prostitución infantil y adolescente, pornografía, tráfico de órganos. Pueden llegar a ser ofrecidas como mercancía en las rutas, los hoteles de lujo, dedicados a la mendicidad en las calles o medios de transporte”, enumeró.
“Los tienen muy bien controlados con amenazas de matar a alguien de la familia si se llegan a escapar. Y cuando no alcanza con el engaño acuden al secuestro al voleo a la salida de la escuela, la universidad, el boliche. Aparecen en las noticias por un tiempo, y después se vuelven invisibles, descartables”, lamentó Mons. Lozano.
Las mismas mafias, advirtió, “también manejan la ilegalidad de las armas y las drogas”, acción criminal “favorecida por un modelo económico de explotación y opresión, donde la ‘igualdad de oportunidades’ es solamente aplicable a unos pocos” y la gran mayoría de las víctimas son mujeres: niñas, adolescentes, jóvenes.
En ese sentido, el arzobispo planteó la necesidad de “una voz profética que denuncie estos atropellos” y que pueda, a su vez “unir la cercanía y acompañamiento a las víctimas —muy pocas— que logran escapar del infierno”.
Replicando la postura del Papa Francisco sobre el tema, Mons. Lozano afirmó: “Son organizaciones criminales que lucran con esto, esclavizando a hombres, mujeres y niños, laboral y sexualmente, para el comercio de órganos, para hacerlos mendigar o delinquir”.
En ese marco, exhortó a prestar atención “a los gritos silenciosos que, desde la oscuridad invadida por el hedor rancio de tabaco, drogas y alcohol, claman justicia, libertad y dignidad”.
“No tenemos que dar espacio a la indiferencia que invisibiliza, ni a la anestesia que no sufre como propio el dolor de hermanas y hermanos”, instó.
Asimismo, expuso la obligación de los Estados de “cuidar a toda la ciudadanía, así como promover la verdad y la justicia”, al tiempo que lamentó la “falta de decisión política para ir a fondo”.
“Quienes tienen el poder miran para otro lado”, denunció, “y muchos han sido alcanzados por la corrupción o amedrentados con violencia”, lamentó.
“Los mafiosos amenazan, extorsionan, matan sin reparos. Son animales salvajes con manos manchadas de sangre y corazones resecos. Actúan como si fueran buenos padres y madres de familia, y ocultan estas actividades criminales”, sostuvo.
Como pastor de la Iglesia Católica, Mons. Lozano recordó que “es nuestra vocación y misión acoger a las familias que viven con angustia la falta de información acerca de su hija, hermana, nieta”, cuya carga “se vuelve insoportable debido al ocultamiento y la inoperancia sostenidos por la impunidad y la corrupción”.
En su mensaje, llamó al compromiso de “luchar para construir una sociedad en la cual cada persona sea respetada en sus derechos y dignidad”.
En Argentina, entre 2021 y 2024, la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX) recibió un total de 5.776 denuncias a través de la Línea 145, según el Ministerio Público Fiscal.
Desde la entrada en vigencia la Ley de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas, en abril de 2008, se iniciaron más de 3.700 investigaciones preliminares (a razón de 221 por año) y se trabajó, además, en más de 16.600 denuncias recibidas a través de la línea 145, indica el portal de dicho Ministerio.
Desde entonces, se lograron 490 sentencias condenatorias, en las que fueron condenadas 976 personas que perjudicaron al menos a 2305 víctimas, un 78,6% de ellas, mujeres.
De las 490 sentencias, el 74,3% fueron por explotación sexual y el 24,5% por explotación laboral. El 1,2% restante fue por otra finalidad de explotación.
Nota reproducida en Aciprensa