En el día de ayer, 14 de septiembre de 2024, fue asesinado en Tocoa, Honduras, Juan Antonio López, líder de comunidades eclesiales de base, concejal y miembro de la Red Eclesial Mesoamericana (REMAM) en la puerta de su iglesia, luego de celebrar la Palabra de Dios, en la diócesis de Trujillo.
El Consejo Episcopal Latinoamericano, a través de su mensaje de condolencias, afirmó que “repudiamos y condenamos rotundamente toda forma de violencia, y lamentablemente el asesinato de Juan es reflejo de una pequeña porción de la sociedad que es intolerante, injusta y que quiere imponer su voluntad por medio de la fuerza”.
“Agradecemos al Señor porque mientras estuvo entre nosotros, Juan fue un testimonio de entrega y servicio al cuidado de la casa común, y de los más empobrecidos y sufridos de su país y de toda nuestra región de Centro América y México, particularmente desde nuestra apreciada Red Eclesial de Ecología Mesoamericana (REMAM)”, recordaron los obispos de la Presidencia celamita.
Un servidor fiel
“Siempre lo recordaremos por su espíritu de servicio con intuición profética, alegría, amistad incondicional, y su mística. Son muchos momentos que en este caminar para extender el Reino de Dios, él transparentó y concretó en su vida. Servidor fiel de los pueblos de la región y de la casa común.”
Oración comprometida
“Oramos también por todos ustedes, sus familiares, amigas y amigos, compañeras y compañeros de Juan en este caminar de la Iglesia en la región, que como él queremos hacer presente la opción preferencial con y por los pobres, asumiendo la defensa de la Creación como don de Dios para todos los hombres y mujeres.”
Mensaje de monseñor Jenry Ruiz de la diócesis de Trujillo-Honduras
“Querido Juan López:
Hoy el Señor Jesús te preguntó: quién dice la gente que soy yo, y tú te adelantaste a Pedro y le quisiste dar tu propia respuesta no con Palabras ni discursos sino con tu propia vida, con tu propia sangre.
Me decías que tú no eras ambientalista pues para ti el compromiso social, ecológico y político no era una cuestión ideológica, era una cuestión de tu ser de Cristo y de la Iglesia. Y siempre me dijiste que entre todos los compromisos sociales, tus compromisos en la Parroquia, en la Iglesia del barrio y en la Diócesis son lo primero.
Respondiste con ternura y verdad a tus detractores y jamás escuché una ofensa contra tus contrarios, en ti se cumplió la Palabra: ‘El Señor me ayuda por eso no sentía los ultrajes’, y a pesar de todo, de críticas e incomprensiones, seguiste cantando poemas a la vida, al amor y a la montaña.
Decías que el trabajo por el Reino no era solo reuniones, sino encuentro, compartir, reír y alegrarse.
Siempre que viajamos juntos por largas horas fueron los viajes más amenos donde compartimos tantos temas y tantas esperanzas. Soñabas con una Iglesia sencilla y humilde, donde sacerdotes y laicos nos podemos sentar a escucharnos sin imponer nuestras ideas.
Tus mensajes de todos los días nos enseñaban que en la vida no debemos quedarnos dormidos, que siempre hay que discernir la realidad a la luz de Evangelio. Y aunque estuvieras cansado siempre nos mandaste una Palabra de amistad y de esperanza a través de todas las redes, aunque fueran a las 11 de la noche.
Eran tus ojos y corazón tu esposa y tus hijas a quienes amabas y seguirás amando por siempre, porque el amor de un buen Padre y un buen esposo nunca muere.
Sabías muy bien que el sistema extractivista y minero es un sistema que mata y destruye a todo el mundo, junto con la corrupción de los falsos políticos y los narcogobiernos. Pero sobre todo entendiste que la lucha por la vida de los pueblos no termina jamás.
Entendiste con el Papa Francisco que la crisis ecológica y social son una sola.
Querido Juan López, que tu sangre haga florecer las semillas del Reino y tengamos frutos de justicia, donde una nueva Honduras sea posible.
¡Justicia para Juan López y todos los defensores en Honduras!”.
Las crónicas periodísticas de diversos medios americanos y europeos consignan que Juan era reconocido por su trabajo en defensa del río Guapinol, el Parque Nacional Botaderos “Carlos Escaleras Mejía” y su oposición a proyectos mineros.
Su asesinato fue condenado también por diversas organizaciones, entre ellas, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh) y el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras (Conadeh).
Nota reproducida en ADN Celam